1. Puedo asegurarles que en Baja California Sur (y en todo México) muy pocos tienen algo contra Jacques Cousteau. Es más, podría asegurarles que es admirado por quienes vimos sus documentales en la televisión y supimos de sus frecuentes visitas a las aguas del golfo de California. Reconocemos sus aportaciones a la divulgación de las ciencias marinas y a la protección de las especies de ese cuerpo de mar que hoy es Patrimonio Natural de la Humanidad. De hecho, en La Paz está ubicada la sede del Observatorio Marino Jacques Cousteau, en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cinbor), gracias a la colaboración entre los gobiernos de México y Francia.
2. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. ¿Quién le dijo al secretario de gobernación (así, con minúsculas) que sólo por que puede, está autorizado a modificar el topónimo a un territorio mexicano que porta un nombre histórico desde hace más de 300 años? Y si alguien se lo dijo, ¿Por qué no preguntar a los electores si estaban de acuerdo? Y si querían cambiar un nombre, por el puro gusto de cambiarlo, ¿por qué no la nombran Isla Ramón Bravo, o Greenpeace? Sencillamente por que no. Por que un gobierno democrático no puede permitirse gobernar por decreto, sin consultar a quienes consideran (o consideramos) ese pedazo de tierra como parte de nuestra identidad y de nuestra historia, aunque nunca nos acordemos de ella y sólo la veamos en los mapas y al pasar por la Sierra de San Antonio. La identidad, finalmente, no es un acto intelectual.
3. Por fortuna, las voces en contra no se han hecho esperar. Académicos e investigadores, historiadores y antropólogos, del estado y de fuera de él; renombrados como don Miguel León Portilla, o anónimos como este humilde blogero. Hasta este momento no hay partidos involucrados, pero pronto empezarán a tomar ventajas del debate. De todas formas, bienvenidos; si los partidos convierten esto en un motivo de contienda política, tendrán su beneficio y ayudarán a que la población obtenga el suyo. No es un tema de nativos de Baja California Sur, ni de la gente del Noroeste de México, ni de ilustrados o de plebeyos. Es un asunto de toda la población, que debe demostrar a los gobernantes, del partido que sean, que no se puede mandar por que sí, por que pueden y por que nadie les dice nada.
1 comentario:
Al día de hoy, existe ya una iniciativa de puntos de acuerdo colocada en la cámara de Diputados por la diputada Esthela Ponce, del PRI, que propone la revocación del acuerdo por el que se cambia el nombre a la Isla Cerralvo. Veremos cómo evoluciona esto.
Publicar un comentario